jueves, 19 de enero de 2012

Artículo de Victor Brossa: "Germán Martín Rais: Escribir para materializar"

Germán Martín Rais escribe en su novela DUNA: "Una vez tuve un sueño...Soñé un mundo de conciencia. Un mundo de hombres y mujeres de conciencia".

Así es mi amigo, mi hermano, mi otro yo. Un compañero de camino mas allá de esta vida. Un soñador e idealista impecable, experto en atraer los ideales del Cielo a la Tierra para desarrollarlos en lo concreto. No por casualidad es su kin maya el de caminante del cielo.



Una vez, él mismo me confesó que al subir al autobús que lo llevaba de Sant Feliu a Barcelona, había oído una voz que le habló desde lo más profundo de sí mismo. Tal vez su propia voz desde un estado acrecentado de conciencia, que le contaba algo que daba sentido a su inquietud por escribir. La voz le dijo: "Lo que quieras ver materializado en el mundo, escríbelo".
Por eso escribió DUNA, una novela que da una tercera opción al conflicto del Sáhara Occidental, y por eso escribe también en su blog www.elalbor.blogspot.com, desde donde abraza el espíritu de Gandhi para apoyar las causas que llevan la bandera del corazón y la conciencia, como en el caso del movimiento La voz de la Consciencia de Colombia, que está cruzando las barreras y extendiendo su influencia al resto del planeta.


En Galería la linea hablamos siempre de arte y de crear la realidad, como si todo tuviera que ver con la imagen y la plástica. Pero no es sólo desde las imágenes que creamos lo que percibimos como nuestro mundo, sino también desde las ideas y las palabras, que tienen un poder materializador muy grande, debido a que contienen lo concreto en ellas. Sólo hay que asistir a cualquier ritual para darse cuenta del poder de la palabra.  

Germán Martín Rais es un mago, un escritor de lujo en un mundo necesitado de ideales. Un hombre que no deja escapar los sueños. Que no los deja morir sabiendo que no son cualquier cosa. Los escribe para atraerlos al mundo de lo físico porque sabe que son recuerdos de la Gran Mente, nuestros propios recuerdos desde nuestra consciencia de Totalidad que pueden ser concretados y materializados. Tal vez por eso tiene el don de usar el poder de la palabra con gran maestría no sólo escribiendo sino también hablando. Tal vez por eso es tan contundente al hacerlo. Sabe que cualquier cosa que se expresa tiene que mantener la coherencia con lo que se siente.


Les dejo el reportaje que Galería la línea le hizo en su momento, para que se adentren un poco más en el mensaje de un Maestro Creador como la copa de un pino, que tal vez en DUNA ya captaba la esencia de lo que está ocurriendo hoy en día en el mundo árabe. De todas formas, lo más sorprendente de la novela no es el escenario, en el que la amenaza de guerra y la supervivencia en el desierto aparecen como telón de fondo, sino más bien las historias de amor y amistad que se entrelazan de forma magistral llevándonos a recordar desde la emoción y los ideales más puros, lo que de verdad es importante más allá de lo exclusivamente material. Historias que nos conducen a un inesperado final que deja abierta la reflexión sobre el verdadero sentido de nuestras vidas.

Cuando éramos más niños, e incluso no hace tanto tiempo, yo tenía ciertas programaciones negativas grabadas que me hacían expresarme de forma inconsciente desde el más absoluto autosabotaje, con frases como, "nos vamos a enfermar", "vaya mierda de vida que tenemos", o cosas como "estamos sin dinero". Pero cuando yo expresaba cualquier cosa negativa incluyéndonos a ambos en el mismo paquete, él tenía siempre el mismo mecanismo de defensa y de forma instintiva, sin excepción al respecto, reaccionaba de manera contundente expresándose siempre de la misma forma para el gozo de mi ser, que tras caer en la cuenta de lo destructivo de mi afirmación, sólo podía dar paso al ataque de risa que nacía automáticamente desde mis adentros. Siempre tuve sentido del humor.



Sí me lo permiten, les pondré un ejemplo más bien vulgar: Yo decía, "Ahora sí que estamos bien jodidos" a los que tras unos minutos de silencio él respondía: "Jodido tú".

Así aprendí con el tiempo a dejar de incluir a los demás en mis manifestaciones negativas. Fue un buen comienzo para vencer más tarde el hecho de hacerlo contra mi persona. Les aseguro que la lección me llevó de cabeza unos años, pero cuando logré hacerme consciente de como me saboteaban mis propias palabras empecé a ser mucho más feliz.


Gracias una vez más Germán... por ser, y por haberte convertido en Germán Martín Rais.


Víctor Brossa.